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Por una estética de la naturaleza

 


1. De la contemplación “desinteresada” a la posibilidad de una reconciliación “utópica” con la naturaleza

Para Kant (1724-1804) la belleza natural era motivo de contemplación desinteresada de las formas de una finalidad sin fin, lo cual establecía un estrecho nexo entre arte y naturaleza. Esto implicó que en el siglo XVIII se resaltara un arte que tuviese la apariencia visual de la naturaleza y una naturaleza que terminaba pareciéndose al arte que se podía apreciar en los cuadros expuestos en las galerías.

Sin embargo, después de Hegel (1770-1831) se hace difícil pensar en una estética centrada en lo bello natural, porque para este filósofo, “conciencia paradigmática de la modernidad” y del “idealismo absoluto”, la belleza natural es inferior a la belleza artística, por ser esta última un producto de la creación del Espíritu. La naturaleza sólo es un “en sí” y no un “para sí”, no es autoconciencia. El arte, según su definición, es manifestación sensible de la Idea o de lo absoluto, y por ende muy superior a la materialidad sin espíritu de la naturaleza.

Por otra parte, en el siglo XIX, con el fin del Romanticismo, y en gran parte del siglo XX, la propuesta de una estética de la naturaleza queda relegada por la fe en el progreso, la industrialización, el acelerado proceso de urbanización a escala global, el desarrollo tecnológico, etc.

La naturaleza es menospreciada en términos estéticos, no genera interés; se asume como rezago de una crítica conservadora o romántica, burguesa, que no puede rivalizar con las maravillas tecnológicas, las nuevas formas de vida ligadas a la revolución industrial, la creciente urbanización, etc.

Sin embargo, a partir de los años sesenta surge una conciencia acerca del daño causado a la naturaleza por los problemas de contaminación, la irrefrenable degradación del medioambiente y el cambio climático. Esto ha implicado que la estética de la naturaleza establezca nuevos vínculos con la ética y la política


En su Teoría Estética Theodor.W. Adorno define lo bello natural como “[..] el rastro de inidentidad en las cosas en el conjuro de la identidad universal”. De esta manera, la naturaleza puede aparecer como bella porque en ella puede valorarse lo que implicaría estar fuera del control de la lógica del mercado y de la racionalidad instrumental.

“La belleza natural es la huella que deja lo no idéntico en las cosas presididas por la dura ley de la absoluta identidad. Mientras impere esa ley no es posible la presencia de lo no idéntico” (TE, p.101).

De esta manera, Adorno plantea una estética de la naturaleza como posibilidad de reconciliación utópica diferente a la dominación y explotación que ha imperado con la aplicación de la lógica de la razón instrumental propia del capitalismo.

2. El enfoque ecológico de la estética de Gernot Böhme

Gernot Böhme propone un enfoque ecológico de la estética, basado en una filosofía de la naturaleza sensible a las nuevas relaciones del hombre con la physis (medio ambiente y corporalidad).

Gernot Böhme (1937-2022)

Estas relaciones son consideradas en un contexto de “crisis ecológica”, en el cual se están manifestando de manera muy preocupante distintos aspectos cada vez más evidentes:

  • La destrucción sistemática de los ecosistemas
  • La contaminación del aire, los ríos, los mares y la tierra
  • La acelerada extinción de especies y hábitats
  • El cambio climático a nivel global que está derritiendo los polos y los glaciares, y creando desastres de inestabilidad climática muy graves como inundaciones, huracanes, sequías extremas, mega incendios, etc.

Por consiguiente, para Böhme la estética de la naturaleza obedece al dolor que podemos padecer en nuestro propio cuerpo, al ser parte integrante de ella.

En este sentido, el ser humano inmerso en un medio natural sustituye el paradigma del sujeto que juzga un objeto, que lo aprecia, como lo fue en la estética kantiana.

Sin embargo, cabe aclarar que la naturaleza no es asumida aquí como lo contrario de la cultura o de la tecnología, sino más bien como una “naturaleza socialmente constituida”, en los términos de una teoría “ecológicamente ampliada”, donde los espacios urbanos o los espacios interiores son “naturaleza apropiada” por el ser humano.


Para captar esto Böhme introduce la categoría de lo que él denomina “atmósferas”, lo cual se parece bastante al concepto de aura de W. Benjamin, y son definidas como marcos espaciales que se experimentan de manera “afectiva”.

En una atmósfera de un paisaje, de un determinado lugar se puede uno introducir o hallarse en su interior.

Las atmósferas no son objetivas en tanto no pueden ser medidas por medio de instrumentos tecnológicos o científicos, sin embargo, acerca de ellas se puede logra un consenso intersubjetivo.

De esta manera, la estética es concebida como una teoría de las atmósferas que debe permitir el abordaje de una estética ecológica de la naturaleza a partir de sus contenidos de experiencia, según los cuales la relación entre ser humano y naturaleza se da como una nueva “alianza”.


“Sería tarea de una estética ecológica de la naturaleza […] demandar que, para una vida sana, por no decir para una vida buena, es necesaria la experiencia de un medio ambiente con determinadas cualidades estéticas. Tendría que exponer hasta qué punto el sentimiento vital de un ser humano está codeterminado por las cualidades sensibles y emocionales de su mundo circundante [….] El ser humano tiene una necesidad profunda de lo otro que él mismo. No quiere vivir en un mundo en el que se encuentre sólo a sí mismo”. (Böhme)


Referencias:

Adorno, T.W. (1983). Teoría Estética. Barcelona: Orbis.

Böhme, G. (1993). Atmosphere as a Fundamental Concept of a New Aesthetics. En: Thesis Eleven, 36, 1993, p. 113-126.

Demos, T. J. (2020). Descolonizar la naturaleza. Arte contemporáneo y políticas de la ecología. Madrid: Akal .

Liessman, K. P. (2006). Filosofía del arte moderno. Barcelona: Herder

Vilar, G, (2000). El desorden estético. Barcelona: Idea Books.


Por: Rodolfo Wenger C.




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