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Nietzsche y la necesidad de pensar el cuerpo


F. Nietzsche (1844-1900).

La revalorización del cuerpo es unos de los temas fundamentales de la crítica de Nietzsche a la moral y la filosofía. Por ejemplo, en La voluntad de poder (§526) Nietzsche señala que es esencial:


[...] partir del cuerpo y utilizarlo como guía. Él es el fenómeno más rico que permite observaciones más claras. La creencia en el cuerpo está mejor fundamentada que la creencia en el espíritu (2000, p.365)


En Así habló Zaratustra en el discurso, titulado “De los despreciadores del cuerpo” (AZ, I), Nietzsche en boca de Zaratustra nos dice lo siguiente:


Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido — llámese sí-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría. ¿Y quién sabe para qué necesita tu cuerpo precisamente tu mejor sabiduría? (2011, p.79).


Un poco antes, y en el mismo discurso del Zaratustra, ya Nietzsche había declarado:

A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni enseñar otras doctrinas, sino tan sólo decir adiós a su propio cuerpo — y así enmudecer.
«Cuerpo soy yo y alma» — así hablaba el niño. ¿Y por qué no hablar como los niños?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor. (2011, p.78).

El sí-mismo, es el cuerpo, es la «gran razón», si entendemos por ello, lo fundamental, lo esencial del cuerpo en este caso. Mientras que lo que durante siglos se consideraba importante, el «alma», el «espíritu», el «yo» es denominado antinómicamente por Nietzsche como la «pequeña razón. El cuerpo es considerado también por él como una multiplicidad, una pluralidad. No hay el cuerpo, sino cuerpos. El cuerpo es muchos cuerpos, todos los cuerpos posibles, porque cada experiencia, cada afección se constituye en un cuerpo, porque define campo de relaciones de fuerzas posible y real. (Cfr. Fogel, 2001, p.89).





En la revalorización del cuerpo se concreta el proyecto antiplatónico y antimetafísico nietzscheano que sospecha del rencor que puede implicar su subvaloración. De allí que Zaratustra siempre está atacando todo deseo de lo trasmundano, de lo sobreterrenal o ultraterrenal, y cuestiona a aquellos que cifran su esperanza más allá de la tierra. Para él, el tener esperanzas más allá de lo existente en un mundo ideal, en un trasmundo allende, y de creer que en ese «mundo verdadero» está la felicidad sería sintomático de un cuerpo enfermo. Esta sería la actitud de huida propia del cristianismo que implica no asumir el sufrimiento como componente intrínseco de la vida, sino el apreciar un cuerpo agotado, moribundo que más bien la desprecia. Su sentido sería el de soportar el dolor como virtud, que busca como recompensa: el cielo para los que sufren. Ese cuerpo crea su alma como su profundidad deseosa de otra realidad:
En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: — el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra.
¡Oh!, también esa alma era flaca, fea, famélica: ¡y la crueldad era la voluptuosidad de esa alma! (Nietzsche, 2011, pp.47-48).
En realidad no es el alma la que pretende huir de la tierra, sino el cuerpo cansado, famélico que no es capaz de soportar la vida, y que coloca su más alta virtud en un alma capaz de depreciarlo, y escapar del sufrimiento que implica la vida, por considerarla sólo como un tránsito hacia un más allá, supuestamente más pleno. Un cuerpo sano, sobreabundante, no buscaría escapar del mundo, porque en la vida misma encontraría múltiples perspectivas. De esta manera, Nietzsche considera que el sinsentido y el sufrimiento pueden ser asimilados por las fuerzas creadoras del cuerpo.


Por consiguiente, Nietzsche encuentra en el cuerpo una potencia creadora en relación con la vida, una fuente de vitalidad. El cuerpo sano es una afirmación de la vida. Pero, ¿qué es un cuerpo en Nietzsche? Al remitirnos nuevamente al Zaratustra encontramos que el cuerpo es un campo de batalla, un lugar de disputa donde se crea el sentido de la tierra. A su vez, el superhombre o superhumano [Übermensch] sería el individuo capaz de soportar la existencia sin necesidad de trascendencia, sin necesidad de huidas hacia un trasmundo. Porque el mundo que reivindica Nietzsche es heraclíteo y no parmenídeo; todo deviene, nada permanece, todo fluye, es cambiante, múltiple, está en constante transformación. En él, el sufrimiento y el sinsentido pueden ser asimilados a partir de las fuerzas creadoras del cuerpo: «No se puede huir de ellos, por lo tanto hay que afirmarlos, hacerlos objeto de experimentación corporal y umbral de muchas transformaciones, darles un sentido terrenal.» (Cifuentes, 2001, p. 97).



Por Rodolfo Wenger C.






Referencias

Cifuentes, L. A. (2001). “Una sabiduría salvaje. El cuerpo inmanente a la vida en el Zaratustra de Nietzsche”, en: Meléndez, 2001, pp. 93-109.

Fogel, G. (2001). “De la pequeña y la gran razón o respecto del yo y del sí-mismo”, en: Meléndez 2001, pp. 79-92.

Meléndez, G. (Comp.) (2001). Nietzsche en perspectiva. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, Pontificia Universidad Javeriana y Universidad Nacional de Colombia.

Nietzsche, F. (2011). Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie. Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza Editorial, (tercera edición).

Nietzsche, F. (2000). La voluntad de poder, trad. de Aníbal Froufe. Madrid: EDAF.

Wenger, R. (s.f.). “El cuerpo en F. Nietzsche, G. Deleuze, J.-L. Nancy y la búsqueda de lo «post-humano» en el arte contemporáneo”. (Texto inédito).


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