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El cuerpo sin órganos de A. Artaud y G. Deleuze



Antonin Artaud (1896-1948).


Retomando el concepto de Antonin Artaud del «cuerpo sin órganos», Gilles Deleuze considera que es necesario superar el organismo. El cuerpo no es el organismo, no es la organización de los órganos, sino que más bien es un cuerpo intenso, intensivo.


Artaud señaló lo siguiente: «El cuerpo es el cuerpo, está solo /y no necesita órganos, /jamás el cuerpo es un organismo, /los organismos son los enemigos del cuerpo […]» (Artaud, 1977, p. 277). Tal afirmación hace parte del guión para el programa de radio titulado Para acabar de una vez con el juicio de dios... Se trata de un texto en forma de poema radiofónico, escrito en noviembre de 1947, en el que Artaud propone la necesidad de acabar definitivamente con la idea de Dios, como un acto de liberación del ser humano, y en el que menciona por primera vez, como un elemento fundamental para tal propósito el concepto de cuerpo sin órganos, al decir: «El hombre está enfermo porque está mal construido. /Hay que decidirse a desnudarlo para escarbarle ese animálculo que le pica mortalmente, /dios /y con dios /sus órganos. /Pues áteme si así lo quiere /pero no existe nada más inútil que un órgano. /Cuando le haya dado un cuerpo sin órganos, /entonces lo habrá liberado de todos sus automatismos y devuelto a su verdadera libertad.» (Artaud, 1977, pp. 99-100).


Y precisamente el cuestionamiento de Dios y el organismo forman parte de un mismo movimiento que pone en jaque a uno de los pilares centrales del pensamiento occidental, que es la idea de esencia trascendente, y con ella, la idea de orden esencial que como tal es un producto subsidiario de la idea de lo eterno, ya que lo «esencial» es lo que tiene que ser para que lo que es sea, es decir, se trata de un orden ya dado desde siempre, necesario, único y por lo tanto inamovible. (Cf. Contreras, 2012). 


Por tanto, lo que Artaud cuestiona y trata de abolir es el orden orgánico esencial de la realidad, por considerarlo pernicioso para el hombre y contrario a la vida misma, pues según sus propias palabras: « […] la humanidad no quiere tomarse el trabajo de vivir, de participar en ese codeo natural entre las fuerzas que componen la realidad, con el objeto de obtener un cuerpo que ninguna tempestad pueda ya perjudicar.» (Artaud, 1977, p. 48). «Porque la realidad está por terminar, /aún no está construida. /De su consumación dependerá/ en el mundo de la vida eterna/ el retorno de una eterna salud.» (Artaud, 1977, p. 106).



Francis Bacon. Tríptico. Estudios sobre el cuerpo humano, 1970.


Por su parte, Deleuze en su libro Francis Bacon. Lógica de la sensación (2002), dedicado a la pintura del famoso pintor de origen irlandés, busca captar filosóficamente una «potencia» más profunda y casi no vivible, que denomina sensación, y que encuentra muy bien ejemplificada en  los cuadros de Bacon, a la vez que precisa el concepto de «cuerpo sin órganos» de Artaud:



Más allá del organismo, pero también como límite del cuerpo vivido, hay lo que Artaud ha descubierto y nombrado: cuerpo sin órganos. […] El cuerpo sin órganos se opone menos a los órganos que a esa organización de los órganos que se llama organismo. Es un cuerpo intenso, intensivo. Está recorrido por una onda que traza en el cuerpo niveles o umbrales según las variaciones de su amplitud. Así pues el cuerpo no tiene órganos, pero sí umbrales o niveles. De manera que la sensación no es cualitativa ni está cualificada, no tiene más que una realidad intensiva que ya no determina en ella datos representativos, sino variaciones alotrópicas. La sensación es vibración. Se sabe que el huevo presenta justamente ese estado del cuerpo «anterior a» la representación orgánica: ejes y vectores, gradientes, zonas, movimientos cinemáticos y tendencias dinámicas, en relación con las cuales las formas son contingentes y accesorias. «No boca. No lengua. No dientes. No laringe. No esófago. No estómago. No vientre. No ano». Toda una vida no orgánica, porque el organismo no es la vida, la aprisiona. El cuerpo está perfectamente vivo, y con todo no es orgánico. (Deleuze, 2002, p. 52).



En la Lógica de la sensación, también Gilles Deleuze hace una distinción importante entre la forma referida a la sensación (Figura) de la forma referida a un objeto que se supone representar (figuración)  Se trata de reivindicar una lógica de los sentidos no racional, no cerebral. La sensación está en el cuerpo, es lo que se transmite directamente al sistema nervioso, es el mundo como naturaleza de Cézanne, es el mundo como artefacto de Francis Bacon, es el cuerpo, no en tanto que se representa como objeto, sino en cuanto que es vivido como experimentando tal sensación. Lo que propone Deleuze es deshacer el organismo en provecho del cuerpo. Cuando la sensación alcanza el cuerpo a través del organismo: « […] adopta un paso excesivo y espasmódico, rompe los límites de la actividad orgánica. En plena carne, es directamente llevada sobre la onda nerviosa o la emoción vital.» (Deleuze, 2002, p. 52).


Francis Bacon. Tres estudios para un autorretrato, 1979-1980.


La pintura de Bacon muestra estas Figuras que escapan del organismo, son cuerpos intensivos, carne y nervios, cabezas sin rostros, donde podemos encontrar también pintado el tiempo en las variaciones. Habría en ellas una espiritualidad ligada a una búsqueda de fuerzas elementales, de lo inorgánico. Se trata de una espiritualidad del cuerpo; « […] el espíritu es el cuerpo mismo, el cuerpo sin órganos […]» (Deleuze, 2002, p. 53).


Tal como lo señalábamos, el «cuerpo sin órganos» no carece de órganos, para Deleuze, sino que carece de organismo, es decir, de la organización de los órganos. El cuerpo sin órganos se define por tener «órganos indeterminados», mientras que el organismo se define por tener órganos determinados, aunque también el cuerpo sin órganos se puede definir por la presencia temporal y provisional de órganos determinados (Cf. Deleuze, 2002, p. 54). 


Por ejemplo, según Deleuze, con la pintura de Bacon y su sistema de colores se da un sistema de acción directa sobre nuestro sistema nervioso, y se despejan las presencias que hay debajo de la representación; se alcanza un lugar más allá de la representación, con lo cual el ojo se libera de su pertenencia al organismo. 


Así, de su carácter de órgano fijo y cualificado, el ojo se convierte virtualmente en el órgano indeterminado polivalente que ve el cuerpo sin órganos, es decir, alcanza la Figura, como pura presencia:



La pintura nos pone ojos en todas partes: en el oído, en el vientre, en los pulmones (el cuadro respira…). Es la doble definición de la pintura: subjetivamente inviste nuestro ojo, que deja de ser orgánico para convertirse en órgano polivalente y transitorio; objetivamente, alza ante nosotros la realidad de un cuerpo, líneas y colores liberados de la representación orgánica. Y lo uno se hace por lo otro: la pura presencia del cuerpo será visible, al mismo tiempo que el ojo será el órgano destino de esa presencia. (Deleuze, 2002, p. 59).






Por Rodolfo Wenger C.





Referencias



Artaud, A. (1977). Van Gogh: el suicidado de la sociedad y para acabar de una vez con el juicio de dios.  Madrid: Fundamentos, 1977.

Contreras, J. (2012). “La historia del Cuerpo sin Órganos de Antonin Artaud” [en línea] ˂http://vitalidadzalvaje.blogspot.com/2012/02/un-cuerpo-y-un-organismo-son-lomismo.html˃

Deleuze, G.  (2002). Francis Bacon. Lógica de la sensación. Madrid: Arena Libros.

Wenger, R. (s.f.). “El cuerpo en F. Nietzsche, G. Deleuze, J.-L. Nancy y la búsqueda de lo «post-humano» en el arte contemporáneo”. (Texto inédito).



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