Ensamblaje de Joseph Cornell (1903-1972). |
Si bien
el arte contemporáneo siempre ha dado apertura a la diferencia, a otras formas
de tratar con el mundo, de relacionarnos con él, de pensarlo, de concebirlo, en
estos momentos el principio de "novedad" pareciera que ya no es suficiente,
apenas podemos esperar nada de él.
Porque
la diferencia sobre la que opera la creación artística en nuestros días no
tiene nada que ver con lo que su singularidad aporta en relación a la historia
de los lenguajes artísticos, sino más bien hoy en día la diferencia se crea a
partir de la repetición de lo ya creado, de lo dado, de lo disponible.
En la
actualidad nos encontramos inmersos en una proliferación de imágenes
omnipresentes en distintos medios y soportes visuales y audiovisuales. Sobre
todo son imágenes que se caracterizan por su disponibilidad en esa inmensa red
de redes que es Internet. Esto ha incidido de manera notoria en las artes
visuales, de tal manera que hoy en día es posible afirmar que cada vez más
éstas se definen por su capacidad de relacionarse creativamente con las
imágenes y los productos culturales a partir de distintas estrategias de
apropiación, digestión, absorción, mezcla y asimilación crítica.
Tal como
lo hizo, por ejemplo, en la década de los 40s con sus cajas Joseph Cornell
(1903 –1972), quien fue un pintor y escultor estadounidense, uno de los
pioneros y exponentes más destacados del denominado arte del ensamblage.[1]
O en
general como lo ha hecho el “apropiacionismo”, el cual se relaciona con un
movimiento artístico que sigue el procedimiento de la apropiación. En las artes
visuales, el término apropiación se refiere, al uso de elementos tomados del
pasado o de otras obras para la creación de una nueva obra, sea pintura,
escultura o incluso poesía.
Estos
elementos tomados pueden ser imágenes, formas o estilos de la historia de las
artes o de la cultura popular, o bien materiales o técnicas obtenidas de un
contexto no artístico. Desde la década de 1980 el término también se refiere
más específicamente al hecho de citar la obra de otro artista para crear una
nueva obra. La obra puede alterar o no la obra original.
L.H.O.O.Q
de Marcel Duchamp, 1919. (Ready-made
rectificado, lápiz sobre tarjeta postal, 19.7 x 12.4 cm).
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Apropiación de la Gioconda por parte de Bansky
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Portrait (Futago) (Olympia
after
Monet) de
Yasumasa
Morimura, ,1988. (Fotografía, 210.19 cm x 299.72 cm).
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Por: Rodolfo Wenger C.
Referencias
Martín Prada, J. (2001). La apropiación postmoderna. Arte, práctica apropiacionista y teoría de la Postmodernidad. Madrid: Fundamentos, 2001.
_________________ (2009). “Sampling-Collage” Revista EXIT, 2009, pp. 120-143.
[1] Las
obras más características de Cornell eran conjuntos de objetos contenidos en
cajas, por lo general cubiertas por un vidrio, dentro de ellas que ordenaba una
colección sorprendente de fotografías o “bric-à-brac” victorianos, de forma de
combinar la austeridad formal del Constructivismo con la fantasía del
Surrealismo. Muchas de sus cajas, tales como la famosa caja Medici Slot
Machine, son interactivas y han sido concebidas para ser manipuladas.
J. Cornell se relacionó con muchas personas del mundo
del arte. Conoció a Max Ernst, Marcel Duchamp, Dalí y a principios de los 60,
a Andy Warhol, fue amigo de Marianne
Moore, y tuvo mucho contacto con bailarinas y actrices. De hecho, algunas de
sus cajas hechas con fotocopias de imágenes de revistas son tributos a actrices
como Greta Garbo.