María Teresa Hincapié |
Maria Teresa Hincapié (1954-2008), constituye en el panorama artítico colombiano una crítica al pragmatismo que reina en la sociedad contemporánea, una defensa de la naturaleza violentada y un rescate de lo sagrado.
En sus propias palabras: “...hay que enfrentar la dualidad entre lo sagrado y lo profano y como artistas ubicarnos en el lado opuesto del hombre económico. Pero no en una posición contraria, sino complementaria; es una actitud que nos lleva a ennoblecer los actos cotidianos, nuestros pensamientos, las instituciones en que trabajamos, en fin, la relación con la vida y con los demás. La idea es llevar la acción hacia lo sagrado”. (Palabras de María Teresa Hincapié, en entrevista realizada por Ivonne Pinni, autora del artículo: “María Teresa Hincapié. Entre lo cotidiano y lo sagrado”, en: Arte en Colombia Internacional, 91, jul-sept. 2002. pp.52-56).
En sus propias palabras: “...hay que enfrentar la dualidad entre lo sagrado y lo profano y como artistas ubicarnos en el lado opuesto del hombre económico. Pero no en una posición contraria, sino complementaria; es una actitud que nos lleva a ennoblecer los actos cotidianos, nuestros pensamientos, las instituciones en que trabajamos, en fin, la relación con la vida y con los demás. La idea es llevar la acción hacia lo sagrado”. (Palabras de María Teresa Hincapié, en entrevista realizada por Ivonne Pinni, autora del artículo: “María Teresa Hincapié. Entre lo cotidiano y lo sagrado”, en: Arte en Colombia Internacional, 91, jul-sept. 2002. pp.52-56).
En sus performances, María Teresa Hincapié promueve una nueva experiencia de lo sagrado, a través de una propuesta ritualística en la que el cuerpo se convierte en imagen artística transmisora de una fuerza interior de gran intensidad resultado de una especial capacidad de concentración, una disciplina muy estricta y la profunda convicción que tiene la artista de la trascendencia de su trabajo. Por ejemplo, en Punto de fuga (1989) durante 12 horas diarias y tres días consecutivos exploró la cotidianidad de la mujer en el hogar y su conocida problemática de aislamiento, falta de reconocimiento social, repetición mecánica de tareas, ausencia de novedad y estímulo. Mediante la repetición de los actos corrientes en una mujer dedicada al hogar, como barrer, lavar, trapear, planchar -y a partir de un tiempo subjetivo, un tiempo propio, interior, donde el movimiento es pensado desde la técnica de la lentitud- la artista realiza una crítica sutil al ritmo frenético de la vida contemporánea.
Este video es la primera parte del programa Plástica -Arte contemporáneo en Colombia No. 7. Lo que puede un cuerpo; performance. Abre el capítulo con el performance ¨Una cosa es una cosa¨, 1990, de María Teresa
Hincapié. Investigadores, curadores y artistas ofrecen sus versiones
sobre la definición de performance y las diversas concepciones sobre el
cuerpo que se genera en los años 90. [Nota: En You Tube está referenciado de manera equivocada como el capítulo 8. La imagen subversiva; videorte]
María Teresa HINCAPIÉ. Una cosa es una cosa, 1990. (Performance). |
En 1990 con el performance Una cosa es una cosa –primer premio en
el XXXIII Salón Nacional de Artistas- alude nuevamente al aspecto
repetitivo y extenuante de los trabajos domésticos a los que se ve
sometida, en muy precarias condiciones, la mujer colombiana de escasos
recursos. De esta manera hace partícipes de manera espontánea a los
espectadores en la temática de su trabajo artístico relacionada con la
condición de la mujer y su problemática dentro de la sociedad colombiana
de la segunda mitad del siglo XX, en la que la miseria y el abandono de
grandes sectores de la población están acompañados –según su punto de
vista- de dos secuelas de la sociedad de consumo: la moral del éxito y
la destrucción irresponsable de los recursos naturales.
Esto último se ve reflejado en su trabajo de investigación teórico y práctico de 1995, denominado Hacia lo sagrado, en donde realizó una acción que llevó como título Viaje al fondo del alma, y que consistió en un peregrinaje realizado a pie desde Bogotá hasta San Agustín, Huila. Gran parte de este trayecto lo hizo por las riberas del río Magdalena, caminó durante 21 días al aire libre, expuesta a los rigores e inclemencias del clima, y experimentando en carne propia la fatiga, el hambre y la sed. Con esto da un testimonio vivencial de sus propias convicciones y de la seriedad de su planteamiento artístico.
Para María Teresa Hincapié, lo sagrado es la vida misma, pero la vida con un sentido, en oposición a lo profano que en sus definiciones es todo aquello artificial o injusto. No es necesario, entonces, que la artista se salga de sus actividades cotidianas para transmitir sus valores y certezas. En su credo el diario acontecer provee experiencias espirituales y estéticas capaces de emocionar y de afectar la sensibilidad de los seres humanos. Y entre esas experiencias figura: escuchar a los ancianos, relacionarse con los animales, regar las plantas y recoger las hojas, que son precisamente las actividades en las que se invita a participar al observador. (Cfr. "Hacia lo sagrado", en Revista Semana, Lunes 20 de abril de 1998).
Por: Rodolfo Wenger C.