Antonio Caro Lopera (Bogotá, 1950), ha cuestionado como artista, tanto los valores hegemónicos de una clase dominante colombiana, como las actitudes y la mercantilización misma del arte. En 1970, se dio a conocer como el artista transgresor que es, al presentar en el XXI Salón Nacional de Artistas una obra titulada Cabeza de Lleras. Se trataba de un busto realizado en sal de la cabeza del ex presidente Carlos Lleras Restrepo. Sólo presentó la cabeza del ex mandatario para enfatizar su inteligencia y autoridad. En principio, ésta reposaba, imponente y blanca en una especie de urna de cristal; pero el artista, durante la noche misma de la inauguración, llenó la urna de agua; la cabeza comenzó a desleírse y el agua se transformó en un líquido blancuzco en el cual solo quedaron flotando los anteojos. Al mismo tiempo, el agua salada se escurrió lentamente de la urna, cayó al suelo y se transformó en un charco que incomodó a los espectadores. (Robayo 2001, págs. 84-85).
Cabeza de Lleras, 1970. |
Caro no solo calculó el escándalo que iba a producir su obra, sino que planeó también de manera muy precisa su simbología. La autoridad y la inteligencia de Lleras se disuelven entre las aguas depuradoras de la historia. La inteligencia penetrante, representada por la esencia concentrada de la sal, no ha sido negada pero se desperdicia lastimosamente cuando no está al servicio de la comunidad sino gobernando altiva desde el palacio presidencial como desde una urna de cristal. Caro se ensaña en esta obra contra el mito del ex presidente Lleras para atacar a través de él a la institución –importantísima en nuestro país- de los ex presidentes, casi todos menos prestantes que Lleras y, por lo tanto, con menos derecho para ocupar ese sitial de santos laicos que tan gratuitamente les reserva nuestra democracia. (Robayo 2001, págs. 84-85).
De acuerdo con una estrategia que puede surgir del pop art norteamericano, pero con unas connotaciones mucho más críticas, Caro fusionó a mediados de los setentas los nombres y diseños de los productos importados más conocidos con el nombre de nuestro país. De esta idea surge uno de sus trabajos más conocidos, el de Colombia-Coca-cola. La C inicial, común a las dos palabras, y la L que le sigue de cerca, unidas de la misma manera que el famoso logo de la bebida mundialmente conocida y autoproclamada como: “la chispa de la vida”, permite que el espectador al leer la obra lea Colombia, pero piense en Coca-Cola. Una sola palabra remite a dos conceptos distintos, probando así el impacto y el poder de la publicidad:
Antonio CARO LOPERA. Colombia Coca-cola, 1976. (Esmalte sobre lata 100 x 76 cm) |
Según Luis Camnitzer "Caro seguramente encaja en la comente artística que desde 1960 se ha categorizado como conceptualismo. Pero también encaja en algo más vasto y culturalmente más importante. Caro se manifiesta en una forma muy particular de guerrilla visual. Cuidadosamente apunta para errarle a los blancos de tiro definidos y amados por la estructura de poder artística, del mismo modo que su voluntad de localismo es difícil de exportar." (Camnitzer 1995, p. 43).
Por: Rodolfo Wenger C.
Referencias
Camnitzer, Luis. (1995). "Antonio Caro: guerrillero visual", en Revista Poliester volumen 4, N. 12.
Robayo, Alfonso. (2001). La crítica de los valores hegemónicos en el arte colombiano. Bogotá: Convenio Andrés Bello: Ediciones Uniandes.