(…) nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, -¿cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos? (…)
(Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral)
En la propuesta de la artista y profesora María Rodríguez Morales encontramos diversos elementos visuales que se relacionan entre sí y que conforman un entramado que se basa en una indagación de carácter genealógico centrada explícitamente en elementos autobiográficos.
Su búsqueda por su pasado la ha llevado a rastrear las diversas bifurcaciones de su árbol familiar, a revisar numerosos archivos, recorrer diversos lugares de la geografía nacional, y a establecer fuentes de información y contactos en varios países de Iberoamérica, partiendo de un enfoque interdisciplinario donde confluyen lo genealógico, lo sociológico, lo antropológico, lo histórico y lo artístico.
De manera paralela, la artista también ha indagado por lo que nos identifica como colectividad. Los clichés; la influencia pueril pero poderosa de los medios de comunicación basada en la creación y repetición de estereotipos; la banalización de la guerra; los rituales caricaturescos de la política; la dependencia mental, cultural y geopolítica de los países de la periferia a un centro de poder cercano a Hollywood y Disneylandia, pero también al pop art de Andy Warhol, son superpuestos y yuxtapuestos icónica e irónicamente.
El proyecto artístico “TEXAS MOUNTAINEERS” consta de tres etapas o series que privilegian el estado de encuentro, de intercambio, de relaciones con: el estado, la sociedad, el contexto cotidiano, los amigos, los ancestros, la familia; como capital simbólico para contextualizarlos en el campo artístico.
La primera serie “TEXAS MOUNTAINEERS 0181”, está conformada por obras que se valen de la apropiación y manipulación digital fotográfica de íconos de diversa índole relacionados con estereotipos identificables de la música, el cine y de protagonistas ‘mediáticos’ de la vida nacional e internacional, trabajados en diversos formatos, superpuestos sobre fondos vegetales. Con ello se superpone lo histórico a lo geográfico.
La segunda etapa, “TEXAS MOUNTAINEERS, PERFORMANCES AJENOS”, plantea la deconstrucción de la imagen fotográfica inicial produciendo un desplazamiento simbólico de los personajes y del evento para ampliar su significado; recorre diversos escenarios públicos y privados, sociales y políticos, en los cuales se establecen convivencias efímeras en las que se interactúa y se constituyen espacios de relaciones humanas. El resultado del proceso creativo es la transfiguración del lugar común, del encuentro y la convivencia casual-relacional, fundamentada en los “Performances Ajenos” como modo operativo de la obra.
La representación en esta segunda etapa está constituida por imágenes de personalidades del círculo social, político y cultural de nuestra ciudad y el país. Se encuentran desde simples asistentes hasta personas conocidas del campo social del arte local y nacional. La interacción, lo relacional se superpone de esta manera al lugar, a lo histórico-geográfico.
La tercera etapa, “TEXAS MOUNTAINEERS. MEMORIA GENÉTICA”, son obras que están relacionadas con la herencia genética particular, y como se produce este cruce sanguíneo en un determinado tiempo, lugar y núcleo familiar. Como se desdibujan a través de los años hasta casi desaparecer, pero que sin embargo, perduran generación tras generación en el ADN que cada individuo evidencia de diversas formas. La relación cuerpo e historia es fundamental en esta etapa de indagación genealógica, porque se muestra al cuerpo impregnado de historia, y a la historia, la temporalidad como factor de modificación de lo corporal.
En síntesis, podemos afirmar que en las obras expuestas de María Rodríguez Morales lo histórico se superpone a lo geográfico, lo micro-político a las lógicas estatales e internacionales, lo personal a lo social, a la manera de un palimpsesto icónico. Esto reconfirma de alguna forma la lógica de la genealogía que más que buscar un supuesto ‘origen’, una ‘fuente preestablecida’ de antemano o ‘esencia previa’; más bien rastrea la procedencia, la confluencia de fuerzas, lo azaroso, es decir: el accidente, tal como lo plantea M. Foucault:
(…) Seguir la filial compleja de la procedencia, es al contrario mantener lo que pasó en la dispersión que le es propia: percibir los accidentes, las deviaciones ínfimas – o al contrario los retornos completos-, los errores, los fallos de apreciación, los malos cálculos que han producido aquello que existe y es válido para nosotros; es descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos nos está en absoluto la verdad ni el ser, sino la exterioridad del accidente.
(Michel Foucault. “Nietzsche, la genealogía, la historia”)
Rodolfo Wenger Calvo
Docente-investigador
Programa de Filosofía- Facultad de Ciencias Humanas
Programa de Artes Plásticas – Facultad de Bellas Artes
Universidad del Atlántico