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La imagen-percepción de Deleuze-Bergson




Walter Benjamin señala el aporte del cine en relación con la percepción en los siguientes términos:


Ampliando el número de los objetos frente a los cuales podemos estar en guardia, tanto en el orden visual como en el auditivo, el cine ha tenido como consecuencia una profundización de la percepción.[1]

La percepción es ante todo una sustración; percibimos lo que nos interesa, lo que la atención a la vida requiere. La supervivencia es nuestra primera necesidad, y el primer contacto con el mundo es la percepción subjetiva. El bergsonismo nos propone lo siguiente en relación con la percepción subjetiva y objetiva:


Una percepción será subjetiva cuando las imágenes varíen con respecto a una imagen central y privilegiada; una percepción será objetiva, tal como es en las cosas, cuando todas las imágenes varien unas con respecto a las otras, sobre todas sus caras y en todas sus partes.[2]

Entre lo más subjetivo estarían los delirios, los sueños, las alucinaciones. Y entre  lo más cercano a una percepción objetiva estaría aquella que se emparenta con la materialidad hecha de ondas luminosas y de interacciones moleculares. 
En el cine francés se privilegiaron bastante las tomas que se hacían del agua que corre. Por ejemplo, gran parte de la obra de Epstein y de Grémillon se refieren a un drama entre las fuerzas de la Naturaleza y el hombre, en especial de las fuerzas en estado líquido: del mar, de los ríos, etc. Al respecto es muy diciente la película Le tempestaire (1947) de Jean Epstein en la que se nos presenta el drama que vive la novia de un pescador al darse cuenta que se avecina una tempestad y que su novio se encuentra en alta mar, en su desespero y como último recurso decide acudir a un brujo (le tempestaire) para que logre apacigüar a los vientos enfurecidos y aguas turbulentas. Este filme no sólo se caracteriza por unas impresionantes fotos de un mar embravecido sino también por una banda sonora única hasta ese momento, que capta de manera directa los ruidos de la tempestad por medio de una técnica de ralenti sonoro. Ambos efectos -tanto sonoros como visuales- inducen en el espectador una curiosa percepción de lo líquido, una inusual percepción de las fuerzas de la naturaleza, esto quizás, porque:


Finalmente, lo que la escuela francesa encontraba en el agua era la promesa o la indicación de otro estado de percepción: una percepción más que humana, una percepción que ya no se obtenía de los sólidos, para la que el sólido ya no era el objeto, la condición el medio. Una percepción más fina y más vasta, una percepción molecular, propia de un 'cine-ojo'.[3]




También Deleuze menciona al cineasta ruso Dziga Vertov, quien se proponía alcanzar con el  'Cine-ojo' el sistema en sí de la universal variación.  A partir de su materialismo Vertov se propuso involucrarse en el mundo material a partir de un ojo de la materia.
Volviendo a Bergson, el espectáculo que ofrece el universo es el de un mundo material , es decir, una serie de movimientos acentrados que chocan unos contra otros en todas las direcciones y que se disponen alrededor de  nuestro cuerpo, una imagen entre las otras:
Llamo materia al conjunto de las imágenes, y percepción de la materia a estas mismas imágenes referidas a la acción posible de una cierta imagen determinada, mi cuerpo.[4]

Algo parecido hace el cineasta contemporáneo Michael Snow cuando despoja a la cámara de un centro y filma la universal interacción de imágenes que varían las unas con respecto a las otras, sobre todas sus caras y en todas sus partes. Snow logra este efecto al filmar un 'paisaje deshumanizado', sin ninguna presencia humana, y sometiendo la cámara a un aparato automático que varía continuamente sus movimientos y sus ángulos. Con ello libera al ojo de su condición de inmovilidad relativa y de dependencia a coordenadas.[5]


Y es que según la dupla filosófica Deleuze-Bergson: la cosa y la percepción de la cosa son una sola y misma “cosa”, una sola y misma imagen, aunque referida a uno o al otro de estos dos sistemas de referencia. Tratemos de explicarnos mejor: la cosa es la imagen tal como es en sí, tal como se relaciona con todas las otras imágenes cuya acción ella padece integralmente y sobre las cuales ella reacciona inmediatamente. Pero la percepción de la cosa es la misma imagen referida a otra imagen especial que la encuadra, y que sólo retiene de ella una acción parcial al reaccionar a ella de manera mediata. En síntesis, las cosas y las percepciones de cosas son prehensiones; pero las cosas son prehensiones totales objetivas, y, las percepciones de cosas, prehensiones parciales y subjetivas.[6]  






Por: Rodolfo Wenger C.





[1]  BENJAMIN, Walter."La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica".  Revista Eco. Nº 5-6, Bogotá, Marzo-Abril 1968. pp. 471-496 y 578-601, p.586
[2]  DELEUZE, Gilles.  La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1.  Barcelona: Paidós, 1984, p.116.
[3]  Ibid, p.121.
[4]  BERGSON, Henri. Materia y Memoria. México. Aguilar. 1963. pp.377-378.
[5]  DELEUZE, Gilles. Op. cit. p.127. Apud. Cahiers du cinéma, Nº 296, enero de 1979.
[6]  Cfr. DELEUZE, Gilles. Op. cit. pp.98-99.



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