Partiendo
de los análisis filosófico-culturales de W. Benjamin, en los que se plantea que:
“A grandes intervalos en la historia, los modos de percepción de las sociedades
humanas se transforman al mismo tiempo que los modos de existencia”, Michaud
considera que, si bien no se puede afirmar que las disposiciones fundamentales o
generales de la naturaleza humana cambien en lo que respecta a tener experiencias
estéticas, si puede decirse que las formas y modos de la sensibilidad y del
sentir; los modos de percepción si cambian en determinados momentos históricos,
al mismo tiempo que los objetos con los cuales se relacionan.
Este
es el caso de esta época actual de “estetización generalizada”, en la cual todo
debe ser bello, todo debe ser estético; se trata del mundo del diseño, la
publicidad; de la cotidianidad en sus múltiples facetas, en donde los medios
de comunicación y la nuevas tecnologías de la información y la comunicación son
omnipresentes con sus imperativos y moldeamientos perceptuales.
Al
utilizar lentes estéticos para mirarlo todo, vivimos por doquier, el triunfo de
la estética, el triunfo de la belleza. Pero, paradójicamente donde menos sucede
esto es en el mundo del arte, porque pareciera que los objetos artísticos,
considerados como preciosos, raros y dotados de un aura hubiesen desaparecido, ¡se
hubiesen volatilizado!
Michaud
se refiere a las palabras del crítico de arte Harold Rosenberg quien en 1972
señaló que junto al proceso de desestetización del objeto artístico, se da un
proceso de desdefinición del arte. El arte se des-define, es decir, pierde su definición y se des-estetiza, pierde sus componentes
estéticos de placer y belleza.
Sabemos
que hoy en día, cualquier cosa puede ser arte, y esto se comenzó a dar desde
comienzos del siglo XX con los collages dadaístas, con los ready-made de Duchamp y su continuación con las cajas brillos de
Warhol a mediados de los años sesentas.
Si
bien las obras de arte no han desaparecido, ya no son ahora objetos auráticos, son
más bien dispositivos que nos proporcionan experiencias estéticas accesibles y
calibradas, es decir, mercancías que son expuestas en museos y galerías que cada
día parecen más templos comerciales del arte (malls del arte).
Michaud
no le da nombre a esta época del arte gaseoso; la modernidad terminó hace dos o
tres décadas, la postmodernidad sólo fue un nombre acomodaticio, que no nos
dice mucho acerca de este mundo donde prima la experiencia estética y en el que
el arte se ha vuelto perfume y adorno. Hoy se habla del post-post modernismo,
pero esto no es más que una etiqueta más.
Michaud
también aclara que en su libro no abordará la industria de la cultura y de la
comunicación simbólica, es decir, no tendrá en cuenta los fenómenos que
acompañan las producciones de los bienes culturales que invaden nuestra
cotidianidad, sino sólo se concentrará en los cambios que se han producido en
el mundo del arte.
Para
lograr su propósito, se dedica en el libro a:
·
Hacer
una aproximación histórica al arte contemporáneo, para poner de presente su
posible relación con los rituales y las ornamentaciones corporales, los procedimientos
pirotécnicos, performances teatrales o religiosos del pasado, lo cual lo ha de
llevar a una especie de antropología estética que le permite reconstruir las
conductas estéticas del pasado presentes en el arte contemporáneo.
·
En
segundo lugar, se propone hacer un acercamiento etnológico o sociológico del
arte contemporáneo, porque pretende hacer una descripción detallada de los usos
y costumbres de la tribu relacionada con el mundo del arte, que valida a través
de exposiciones y los modos de transacción comercial o simbólica, ciertos
objetos a los cuales les atribuyen ciertas funciones y valores “artísticos”, al
igual que les confiere a ciertos individuos el carácter de “artistas”.
·
Un
tercer modelo de análisis es conceptual y se relaciona por ello -de manera consciente- al modelo hegeliano que
es reactualizado en nuestros días por Arthur C. Danto, en el sentido de que
para Michaud se trata de buscar los conceptos que permiten la descripción del “mundo
del arte contemporáneo”, las relaciones que se dan dentro de él y que permitan
definir, en términos más generales, una conducta de carácter artístico o
estético, que se puede diferenciar de otros mundos del arte característicos de
otros momentos históricos.
El
libro está dividido en cuatro capítulos:
·
En
el primer capítulo se hace una descripción del “arte contemporáneo” a partir de
una aproximación etnológica y etnográfica del mundo del arte contemporáneo, tal
como lo haría un extranjero que llega a un país desconocido y nuevo, a la
manera de Montesquieu en sus Lettres
persanes (1721).
·
En
el segundo capítulo retomará lo analizado en el capítulo I, pero relacionándolo
con el decurso de las artes visuales en el siglo XX. Sobre todo hará énfasis en
las primeras y segundas vanguardias; desde Dadá y Duchamp, hasta el expresionismo
abstracto y el Pop art de los 60s, para comentar luego lo que vino después
hasta los 80s; poniendo así de presente las diferencias entre el “arte moderno”
y el “arte contemporáneo”.
·
En
el tercer capítulo se centrará más en la filosofía del arte y la teoría estética
para señalar cuáles han sido las posibles causas que han conducido a esta
mutación diagnosticada por W. Benjamin en 1936. Las dos salidas son
las siguientes: o bien una vuelta al clasismo en el ámbito del modernismo tal
como lo propuso, por ejemplo, el crítico C. Greenberg con su lectura kantiana
y formalista de la pintura expresionista, o un intento de redefinición o desplazamiento de los
conceptos, para así poder dar cuenta de las nuevas prácticas y nuevos procesos
presentes en el arte contemporáneo (caso de la filosofía analítica: Goodman,
Danto).
·
Finalmente,
el cuarto y último capítulo se pregunta por las perspectivas que se han ido
generando con un nuevo régimen del arte, en el que si bien no desaparece pasa a
un estado gaseoso tanto en su relación con la cultura de masas, como
en su relación con los comportamientos fundamentales del ser humano. Es decir, se
pregunta por el futuro del arte, su producción y recepción en un momento en el
cual se puede hablar de su evaporación y del triunfo de la estética.
Por Rodolfo Wenger C.
Referencias:
MICHAUD, Yves. (2007). El arte en estado gaseoso. Ensayo sobre el triunfo de la estética. México, FCE. (Título original: l'art à l´état gaseux. Essai sur le triomphe de l'esthétique. París, Éditions Stock, 2003).