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El giro ‘performativo’ en las artes


Cómo explicar los cuadros a una liebre muerta, 1965. Joseph Beuys.


Convencidos de la necesidad de un contacto más estrecho entre el arte y la vida, y en su afán por contrarrestar las crecientes imposiciones mercantiles sobre la obra artística, algunos artistas plásticos de los inicios del siglo XX comenzaron a utilizar sus cuerpos como vehículo de sus concepciones estéticas. El resultado de esta práctica, que se conoce con el nombre genérico de performance, ha dado lugar a numerosas manifestaciones, cuyo común denominador ha sido la búsqueda de una relación más directa y espontánea con el espectador, a través de una exaltación del cuerpo, sus acciones y sus relaciones, en un espacio y tiempo específicos.

El término performance se toma de la expresión inglesa "performance art" y proviene de la concepción del arte en vivo como arte conceptual contemporáneo y heredero de los Happenings, Actions, Fluxus events y Body Art a finales de los 60 y con auge durante los 70. Aunque se puede rastrear la genealogía del "performance art" desde comienzos del siglo XX, con las acciones en vivo del Futurismo, el Constructivismo, el Dadaísmo y el Surrealismo.







Chelo TV, Nam June Paik. Interpretación de Charlotte Moorman en la Galería Bonino, Nueva York, noviembre 23, 1971.

Incluso, todo esto hace que en los últimos años, diversos teóricos hayan terminado por proponer la utilización de la categoría de lo “performativo” para abordar una comprensión global de la cultura contemporánea. Si durante mucho tiempo el concepto de “texto” sirvió como modelo para la cultura occidental, da la impresión de que esta función está siendo asumida cada vez más por “lo performativo”, o bien por una relación específica entre lo textual y lo performativo. La representación del "Mundo como Texto", durante tanto tiempo dominante, está siendo superada por la representación del "Mundo como Actuación Performance“.

Esta manera de asumir la cultura en términos de performatividad se corresponde con unas prácticas artísticas que rehúyen en muchos casos la fijación material o incluso textual, y en las que más bien se plantean propuestas en términos de itinerarios, juegos o viajes a los que se invita al espectador/ participante a interactuar; se trata de obras concebidas como acontecimientos que no pueden ser comprados propiamente como “objetos de arte”, sino más bien usados, disfrutados, pensados. (Cfr. Sánchez, 2003)

En las artes plásticas el performance aparece como una manifestación del abandono de la “representatividad”, es decir, como un paso que se da en ellas desde la pintura gestual, y que surge como una búsqueda progresiva que pasa del action painting, al collage, y de este al ensamblaje y la instalación, y que con el performance -aparte de la inmersión tridimensional- busca el factor temporal y la incorporación del público en la obra de arte; es decir, se pretende una nueva formulación de la “obra total”; y la presentación de los actos espontáneos creativos o apropiacionistas que pretende acercar el arte a la vida.

La acentuación de la dimensión performativa de las artes también apareció asociada con el énfasis que los artistas comenzaron a poner en los procesos más que en los resultados y a la valoración de lo efímero frente a la obra estable. Como consecuencia de esto, a finales del siglo XX el arte en general va a ser performativo: inmediato, efímero, renunciando a los valores estéticos y técnicos y recogiendo la interdisciplinariedad, lo contextual o lo relacional aspectos ligados en principio al arte de acción. 
Marina Abramovic en el documental “Bob Wilson’s Life and Death of Marina Abramovic”
 


 Por: Rodolfo Wenger C.



Referencias


SÁNCHEZ, José A. 2003. “Nuevos espacios para el arte”. En:  SÁNCHEZ José A. y GÓMEZ HERNÁNDEZ; José A. (Coordinadores). (2003). Práctica artística y políticas culturales: algunas propuestas desde la Universidad. Murcia: Universidad de Murcia, 2003. págs. 47-64.


WENGER, Rodolfo. “Pensar el cuerpo ‘posthumano’ en el arte y la filosofía”. (Texto inédito). 



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