Según el teórico de los estudios visuales Keith Moxey en un artículo titulado “Estética de la cultura visual en el momento de la globalización" (MOXEY, Keith. "Estética de la cultura visual en el momento de la globalización".En: BREA, José Luis (comp.). Estudios visuales. La epistemología de la visualidad en la era de la globalización. Madrid: Akal, 2005. pp. 27-37). El concepto de Estética surgido en el siglo XVIII puede ser cuestionado por haber servido de base ideológica para legitimar la historia del arte y el concepto de arte haciéndolo ideológicamente globalizador. El traslado de distintos objetos del museo etnográfico al museo de arte es un síntoma de esto, porque muchos artefactos pertenecientes a otras culturas poseen ahora una doble vida al ser trasladados del museo etnográfico al museo de arte dado justamente ese poder globalizador de la noción filosófica de la Estética que las hace ‘inteligibles’ y ‘accesibles’ a un público occidental interesado en el ‘mundo del arte’.
De manera paradójica ve Moxey en ello la venganza de los colonizados, porque este movimiento de homologación, en el que todo es susceptible de volverse objeto estético olvidando su primigenia función cultural implica a su vez la desestabilización del concepto occidental de arte, que se ha ido ampliando tanto que permite ahora abarcar una variedad de objetos que antes no se relacionaban entre sí en absoluto, esto hace que en la actualidad –entre otras razones- ya no sea posible decir con toda seguridad que es o no es arte, o responder con claridad a la pregunta: ¿cuándo hay o no hay arte?
El concepto de arte se ha visto erosionado también por el fracaso del historicismo del arte en tanto prejuicio eurocentrista que evidencia una postura ideológica al no tener en cuenta las cuestiones de clase social, género, etnicidad y otras identidades culturales a la hora de delimitar al arte. En este sentido, la crisis de los metarrelatos y en particular del modernismo artístico en términos de desarrollo progresivo, a la manera de la gran narrativa del modernismo artístico del reconocido crítico de arte norteamericano de los años 70s Clement Greenberg, que valoraba el expresionismo abstracto como culminación lógica de un desarrollo evolutivo inmanente de la pintura se acabó, y ahora nos encontramos más bien en una era de arte pluralista en donde coexisten distintas posturas, distintos relatos legitimadores, a la manera de una época posthistórica, sin que predomine uno sobre los demás, de acuerdo con los planteamientos de un filósofo tan influyente como Arthur C. Danto por ejemplo.
Lo que debe hacer entonces la Historia del Arte es dialogar con distintas disciplinas que no sólo se ocupan de los objetos visuales en términos estéticos, sino también culturales: “La articulación de la Historia del arte y el estudio de otras dimensiones de la visualidad bajo la rúbrica de estudios visuales nos permitiría afrontar la complejidad de los valores culturales que intervienen en el proceso de crear un juicio estético. Esto los sitúa en una buena posición para responder con sensibilidad e imaginación al criterio variable que utilizamos para distinguir el “arte” del “no arte”. (Ibid. p.29)
El planteamiento central del artículo de Moxey que estamos mencionado es que si asumimos un concepto pluralista de la Estética, es posible participar con mayor eficacia en las posibilidades intelectuales que nos ofrece el análisis del proceso de globalización: “Siempre se ha considerado el arte no occidental desde la óptica de la identidad occidental. La actual tendencia a considerar la Estética como una disciplina variable y dúctil puede servir para descubrir la riqueza de las tradiciones visuales que forman parte de las culturas mundiales, y ampliar el campo de la Historia del arte.” (Ibid. p.30)
En ese sentido, los 'estudios visuales' (ver comentario acerca de sus presupuestos en este blog) son importantes para dinamizar los anquilosados valores tradicionales de la Historia del arte, ya que al abordar el estudio de imágenes que no tienen garantizado un valor estético predeterminado es posible aproximarse a la cotidianidad, rompiendo con la frontera tradicional entre arte y no arte, y abarcar también al mundo de los objetos industrializados existentes en el cine, el video, la televisión, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), por ejemplo.
Por Rodolfo Wenger C.